Editorial del 17 al 23 de abril del 2024
La fábrica Mabe (ex Drean) ha despedido 200 de sus 900 trabajadores, debido a la caída abrupta en la venta de electrodomésticos. Mabe está ubicada en Luque, una pequeña localidad cordobesa de 6500 habitantes, para los cuales el impacto social de estos despidos será tremendo. Seguramente los trabajadores despedidos invertirán en poner algún negocito, o un auto para remis. Inversiones con pocas perspectivas de éxito, ya que los ingresos de la comunidad en su conjunto están disminuyendo. No es el único caso. Bimbo ha despedido 20 trabajadores, Petroquímica Río Tercero, también en Córdoba, ha solicitado el Procedimiento Preventivo de Crisis, que habilita a las empresas a reducir jornadas, despedir y suspender trabajadores a menor costo. Toyota, en Zárate, planea recortar 400 puestos de trabajo, al igual que otras terminales automotrices.
Este panorama se replica en todo el país.
A esto se suma los despidos de empleados estatales y la incertidumbre para miles a los que se les renovó el contrato por tres meses, hasta junio de 2024. Son valiosos empleados y profesionales de áreas como salud, educación, seguridad, controles sanitarios, investigación, administración, con mucha antigüedad, bajo amenaza de perder su trabajo.
Todos estos casos concretos, llevan a una estimación general, sobre la que hay acuerdo entre los economistas: la profundización de la recesión y una caída del PBI (Producto Bruto Interno) de entre el 2,5% y el 4% para este año. Aunque estamos en medio de un estancamiento global de la economía capitalista, el de Argentina es el peor pronóstico para toda América.
Por esta razón, aunque la inflación baje un poco, la pobreza seguirá aumentando. Para peor, la débil recuperación económica que se prevé para 2025, sería sobre la base de un deterioro muy grande en el nivel de empleo y en las condiciones de trabajo, ya que estas crisis son aprovechadas por las grandes empresas para presionar por cambios a su favor en las leyes laborales.
Hay solo dos caminos para enfrentar esta crisis. Uno es el camino del capitalismo, en sus variantes Milei, Cristina, Kicillof, etc. Aunque difieran en la forma, tienen un punto en común: consideran al sistema capitalista como la forma más eficiente de organización económica. Sin embargo el fracaso del capitalismo, con todas sus variantes, está a la vista: guerras, destrucción de fuerzas productivas, hambre, degradación del medio ambiente… El ídolo de Milei, Elon Musk, acaba de anunciar el despido del 10% (10.000 trabajadores) de Tesla, su empresa líder. En España, donde gobierna el "socialista" Pedro Sánchez, amigo de Cristina y Alberto, la crisis afecta no solo a los trabajadores, sino a sectores medios del campo y la ciudad agobiados por los grandes conglomerados económicos y la banca internacional. China, admirada tanto por Elon Musk como por Cristina, lleva años en recesión.
Cualquier país que tomemos de ejemplo nos lleva a la misma conclusión.
El otro camino es el que proponemos desde el Nuevo PST: la clase obrera debe organizarse, tomar el poder, y desde allí organizar la actividad económica del país en forma planificada y racional. Y eso es iniciar la construcción del socialismo.
Pero esa lucha no es para un futuro lejano. Es un programa práctico y de necesidad actual.
Volvamos al ejemplo de Mabe. La empresa despide porque bajaron las ventas y por lo tanto las ganancias. Es la lógica del capitalismo. Pero los trabajadores no tienen porqué aceptar esa lógica. Deberían ocupar la fábrica, exigir la reincorporación de todos los despedidos, la reanudación de la producción, la apertura de las cuentas bancarias de los dueños, la utilización de las ganancias acumuladas para solventar la marcha de la empresa y en última instancia la expropiación de la fábrica, por el estado provincial o el nacional. La nueva lógica no debe ser la obtención de la ganancia capitalista individual, sino la de la producción al servicio de la comunidad y los propios trabajadores. A su vez, esa empresa bajo control de los trabajadores, no podría subsistir mucho tiempo aislada de un plan económico nacional. Por eso, es necesario que la clase obrera se organice para tomar todo el poder del estado y desde allí dominar el conjunto de la economía, organizando la producción en beneficio de toda la población trabajadora.
La UOM, que representa a los trabajadores de Mabe no plantea ninguna salida a la situación. Como la inmensa mayoría de los sindicatos en Argentina, son pro patronales, se someten a las necesidades del capital y desde ahí tratan de resistir (en este caso ni eso siquiera). La CGT negocia permanentemente sin atacar a fondo al gobierno porque no tienen nada para ofrecer a la clase trabajadora, más que limosnear migajas. Moyano, que se las da de guapo, reculó con el aumento que había negociado. Es la función de todo el peronismo: criticar de palabra pero sostener en los hechos este plan de hambre y miseria.
Por eso, desde el Nuevo PST insistimos con una salida política global a esta situación. Lo hacemos participando e impulsando la lucha por todos las reivindicaciones que se levanten: por el salario, contra los despidos, por presupuesto para educación y salud, contra el alza de las tarifas, por seguridad, contra la represión a las luchas, por la violencia machista, etc.
Y estamos a favor de coordinar esas luchas, de unirlas y unificarlas en una huelga y un levantamiento general contra Milei y su plan.
Pero hacemos todo eso en la perspectiva de luchar por un gobierno obrero y popular, un gobierno que imponga la voluntad de la mayoría trabajadora sobre el 1% que nos domina siempre, tras la fachada de cada gobierno: las grandes corporaciones como Telecom, Claro,Movistar, Cargill, Grupo Elztain, Bulgheroni, Grobocopatel, de Narváez, Chevron, etc.
Para eso, necesitamos construir una nueva dirección política y sindical en todas las organizaciones de masas.
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